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Noticia: La Compañía de Arte "Tiempo de escuchar" actuó la pasada tarde en la localidad de Otones de Benjumea con notable éxito, más debido a la benignidad de sus habitantes que al mérito de los artistas. El pequeño pueblo, famoso ya por el entusiasmo de sus habitantes en la promoción de eventos sociales comunitarios celebró este año uno dedicado al poeta Miguel Hernández en un acto más de los cientos que han surgido a lo ancho y largo de nuestra piel de toro resaltando el centenario de su nacimiento a la vida y al ensueño.
La fría tarde invernal no pudo con la fe y la determinación de ese grupo de vecinos que se reúnen en la Asociación que ha puesto en marcha desde hace muchos años ya una estructura cultural envidia, seguro, de los limítrofes y todos aquellos que reciban la noticia. Los 70 habitantes de ésta milagrosa población han aprovechado cada rincón y cada piedra del deteriorado catastro del pueblo, legado ruinoso de tiempos ya lejanos, para reconstruir, adecentar, transformar o sacar de la nada una serie de edificaciones, en otros tiempos de usos agrícolas o ganaderas, medio derrumbadas y transformarlas en usos comunes. Dos museos: Uno con aperos y objetos de la vida pasada. Otro con enseres, libros y recuerdos de las escuelas de otros tiempos donde el viajero, sea cual sea su edad reconoce "su" enciclopedia o la pizarra de su escuela o la cartilla con los primeros palotes.
Y un bar caliente y acogedor donde los vecinos y los visitantes forman una gran familia inmersa en el ambiente fraternal que se respira. Y una sala de usos comunes donde los cómicos invitados fueron agasajados con las delicias de la tierra en un ágape a base de bocaditos de morcilla de un excelente hojaldre y una fina capa de morcilla aderezada con piñones y un rotundo y ancestral bollo que guarda en su interior un sabroso chorizo con apellido Cantimpalo, de confianza pues, un sabroso lomo de cerdo y un huevo frito proveniente de cuidadas gallinas caseras, prisionero todo del pan citado que hace de resguardo de la colosal pitanza, de plato y de acompañamiento. Todo en una pieza pensada para comer en el campo y por tanto escasa de impedimenta. Y regado por el tinto de la tierra...¡por supuesto!
Y a la vez que comedor, la sala es un museo esta vez en torno al poeta. Libros, obra gráfica, poemas llenan sus paredes y sus expositores..
Y el cura. Un chico joven, hijo de ésta tierra aunque alejado de ella sólo físicamente y claro está, emprendedor y entusiasta por la cultura de los suyos, como todos en éste pueblo, que en esta ocasión oficia de mezclador de sonido, director de orquesta, regidor y no se cuantas cosas más y que hace posible que la voz de Miguel anide en el viejo templo. Un vecino trae las sábanas que serán pantalla de la proyección, otro una alambrera de las obras de la calle que será soporte de la pantalla. Otro las luces que posibilitarán ver la partitura al maestro Palenzuela. Muchos otros más llevarán sillas, moverán bancos, dispondrán espacios, probarán los altavoces, prepararán la imprescindible calefacción de la Iglesia.....
En fin, un hormiguero donde todos están preparados y en acción sin que, al menos en apariencia, nadie mande ni ordene.
Y a la hora en punto, como si la campana de la Iglesia los hubiera congregado, la gente fluye y su reguero va ocupando los bancos del templo hasta llenarlo casi.
Luego, la gente sencilla escucha la homilía de Miguel y comulga con devoción bajo las formas de amor y compromiso.
La vuelta a casa de algunos de nosotros comprueba con asombro que el hielo que cubría la carretera ha desaparecido y es que el destino nos ha hecho voceros al mundo, del milagro que se produjo en Otones aquel 4 de Diciembre de 2010 en el que el calor de las gentes cambió nuestras miradas...
Gracias, mil gracias -
Angel Fernandez Dominguez 5 diciembre 2010